La fe puesta a prueba

En Honor a Su verdad



Santiago 1:2-3 – “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.”


En Santiago veremos cómo es puesta a prueba la fe y cuál debería ser nuestra respuesta ante ésta para lograr una fe cada vez más pura.

Santiago 1:2
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,

En este pasaje “tened” es la palabra griega hegeomai, que significa, primordialmente, “gobernar”. La palabra “sumo” es pas, que significa “todo, absoluto”. “Halléis” es la palabra griega peripipto, que significa “caer alrededor de” o “caer entre”. Esta palabra se usa sólo en tres ocasiones: aquí, en Lucas 10:30 (“cayó”) y en Hechos 27:41 (“chocando”). “Diversas” es en griego poikilos, que implica “diversas clases de algo, variedad”. “Pruebas” es la palabra griega peirasmos, que es la palabra que normalmente se traduce “prueba” o “tentación” y se refiere a situaciones que ponen a prueba a una persona, no necesariamente intencionales.

Más exactamente este versículo podría traducirse “Absoluto gozo gobierne, mis hermanos, cuando caigan en medio de cualquier clase de prueba.”

Lo que este pasaje transmite no es que debemos alegrarnos por estar metidos en situaciones difíciles. Lo que transmite es que cuando caemos en una situación que nos pone a prueba (generalmente situaciones adversas), que no sea la amargura o frustración de la situación la que gobierne nuestras acciones, sino el gozo. El gozo debe gobernar en nuestros corazones en toda circunstancia, no hay ninguna variedad de adversidad en la que no podamos ser gobernados por este gozo.

Los siguientes versículos nos dicen por qué debemos tener gozo:

Santiago 1:3
sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.

“Prueba” aquí no es la misma palabra griega que en el versículo 2, en este caso es la palabra griega dokimion, que sólo se usa dos veces en la Biblia, aquí y en 1 Pedro 1:7, en donde también se habla de “prueba de fe”:

1 Pedro 1:6-7
(6) En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas [peirasmos],
(7) para que sometida a prueba [dokimizo] vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba [dokimazo] con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,

Aquí aparece otra palabra para “prueba”. En el versículo 7, donde dice que el oro se “prueba” con fuego, se usa la palabra griega dokimazo, que es el verbo relacionado con dokimizo. Dokimazo significa “examinar, poner a prueba, discernir” implica hacer una separación luego de haber hecho una prueba o examen, como puede observarse al estudiar cada uno de sus usos.

Para ejemplificar el sentido de dokimazo, supongamos que una empresa tiene cinco puestos de trabajo a cubrir. Coloca avisos en diarios y páginas de Internet y recibe unos 1000 currículos de distintas personas. Se analizan los currículos y se eligen 100 personas para ser entrevistadas personalmente. De esas 100 se separan 20 para hacerles una prueba laboral, de la cual quedan los cinco que se necesitaban. Todo este proceso por el cual se van descartando candidatos es lo que en griego se llamaría dokimazo.

En el caso del oro, es el fuego el que lo “examina” y separa las impurezas que tiene, quemándolas. Nuestra fe, nuestras convicciones, pasan por un proceso similar: las situaciones adversas ponen a prueba la firmeza de nuestras convicciones. Si las cosas no suceden tal cual lo esperamos, comenzaremos a dudar de nuestras convicciones y a indagar el porqué de lo que nos sucede. Así vamos descartando, con la ayuda de Dios, aquellas convicciones y creencias infundadas, quedándonos con aquellas que están basadas en la inconmovible verdad de Dios. Cuando se cumple el proceso, si es que lo hemos pasado con la ayuda de Dios, las falsas convicciones (“fe errónea”) se “queman”, o sea, son descartadas, y queda una fe más pura, una convicción más sólida. Este proceso se va repitiendo con cada situación adversa, quemando más y más impurezas en nuestra fe en la medida en que vamos superando estas situaciones.

Santiago 1:4-5
(4) Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
(5) Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

Vemos que para que el proceso sea provechoso es necesario tener paciencia hasta el final. Si dejamos de lado nuestra fidelidad y amor por Dios a mitad de camino, no llegaremos a estar completos, sin que nos falte cosa alguna. Además vemos la relación entre la fe y la sabiduría. En medio de la adversidad solemos preguntarnos “¿Por qué pasa esto?”; “¿Qué hice mal?”; “¿Por qué Dios deja que esto suceda?”; “¿Qué hago para salir de esto?”; entre otras cosas. Por eso es necesario que oremos a Dios y pidamos sabiduría. Él nos hará entender lo que necesitamos saber, nos ayudará a salir de la situación con una fe más sólida y firme. Pero si culpamos a Dios, y nos enojamos con Él, dudando de Su amor y nos alejamos de Su voluntad para seguir nuestro propio camino, la paciencia no habrá “completado su obra,” y nuestra fe, no sólo no va a ser edificada y purificada sino que va a volverse más inestable.

Santiago 1:6
Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.

Es sumamente necesario entender que este pasaje NO está diciendo que no hay que tener dudas al orarle a Dios. Esto es obvio, ya que si le estamos pidiendo sabiduría es porque tenemos dudas. Tampoco se refiere a no dudar en cuanto a si Dios responderá o no: muchas personas se acercan a Dios dubitativamente y reciben respuesta de Su parte, incluso hemos visto que Zacarías mismo oró con dudas, ya que ni siquiera fue capaz de creer en las palabras del ángel de Dios. Tampoco significa que Dios me va a responder todas las preguntas que le haga siempre y cuando yo “crea” que lo hará. Si yo le pido que me de “sabiduría” sobre qué número va a salir en la lotería lo más probable es que no me lo diga por más esfuerzo mental (mal llamado “fe”) que yo haga, sino el mundo estaría lleno de cristianos adinerados.

“Dudando” y “duda” son en griego la palabra diakrinö, que significa “separar, discriminar, diferenciar”. Un breve estudio de esta palabra nos ayudará a comprender mejor el sentido de todo este pasaje.

El primer uso de diakrinö lo tenemos en Mateo:

Mateo 16:1-3
(1) Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo.
(2) Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles.
(3) Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir [diakrinö] el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!

En este pasaje Jesús reprocha a los fariseos y a los saduceos porque eran mejores como meteorólogos que como maestros de la Palabra de Dios, ya que podían distinguir [diakrinö] el aspecto del cielo, pero no podían distinguir las señales de los tiempos. En este caso vemos claramente que diakrinö tiene el significado de “hacer una distinción o diferenciación con el fin de llegar a cierta conclusión”. Ellos miraban el aspecto del cielo y concluían si iba a haber buen tiempo o tempestad.

Hechos 10:19-20
(19) Y mientras Pedro pensaba en la visión,  le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan.
(20) Levántate, pues, y desciende y no dudes [diakrinö] de ir con ellos, porque yo los he enviado.

Este pasaje está en el contexto del relato en que Cornelio, un centurión romano que amaba y respetaba a Dios, recibe una visión de un ángel y por orden de éste envía a unos hombres a buscar a Pedro. Como las promesas de salvación originalmente fueron sólo para el pueblo de Israel, Pedro no estaba aún dispuesto a ir a predicar a gentiles, por lo que Dios lo prepara por medio de una visión. Mientras Pedro aún pensaba en la visión, los hombres que envió Cornelio llegaron a donde estaba Pedro, y el Espíritu (Dios o Jesús) le dijo que vaya sin “discriminar,” (sin hacer diferencia por ser gentil) porque Él los había enviado. Nuevamente, es claro el sentido de la palabra diakrinö.

Hechos 15:7-9
(7) Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen.
(8) Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros;
(9) y ninguna diferencia hizo [diakrinö] entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones.

Aquí está nuevamente presente el verbo diakrinö, correctamente traducido “hacer diferencia.” Este es el sentido general de esta palabra en todos sus usos en el Nuevo Testamento.

Ahora veremos cómo encaja diakrinö en Santiago:

Santiago 1:6
Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.

El versículo habla de “no separar”, “no discriminar”, “no hacer diferencia”, pero ¿qué es lo que no debemos separar, discriminar o diferenciar? El contexto nos lo dice. En todo el contexto Santiago habla de las adversidades que ponen a prueba la fe del creyente. Santiago nos muestra que en medio de la adversidad debemos pedir sabiduría a Dios, que por contexto es sabiduría en cuanto a cómo superar esa adversidad y edificar mi fe ante la prueba. Santiago asegura que Dios dará la sabiduría “abundantemente y sin reproche”, entonces, lo que no tengo que “separar” o “discriminar” es la respuesta de Dios. Si Dios me da sabiduría en cuanto a la situación diciéndome: “Esto es lo que tienes que hacer” yo no tengo que hacer diferencia en cuanto a esa respuesta y decir “esto no lo puedo hacer” o “esto no lo quiero hacer”, si yo me rehúso a aceptar la salida que Dios me da, rehusándome a actuar conforme a Su instrucción, como dice el siguiente versículo, no obtendré nada:

Santiago 1:7, 8
(7) No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
(8) El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.

En el texto griego el versículo 8 está conectado con el 7, dice: “siendo hombre de doble ánimo [de dos almas], inestable en todos sus caminos. Si yo pido una solución a Dios y Él me da una instrucción y yo no actúo conforme a lo que me indica, soy un hombre de “dos almas”. Por un lado quiero solucionar mi problema con la ayuda de Dios, pero por otro lado no hago lo que Él me pide que haga. Esta forma de proceder lo único que generará es inestabilidad en todo lo que hago.

Santiago refuerza este concepto unos versículos más adelante:

Santiago 1:22-25
(22) Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
(23) Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
(24) Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
(25) Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.

La palabra griega para “palabra” en estos pasajes es logos. En la mentalidad griega logos era la expresión externa de lo que había en el interior de una persona, no es tan sólo “palabra” sino el mensaje que hay en esa palabra. Este pasaje nos dice que no tenemos que ser sólo oidores del mensaje de Dios sino actuar conforme a éste. Este mensaje es transmitido en forma escrita, en la Biblia y también directamente de Dios a nosotros, a través de Su espíritu santo en nosotros. Si Dios nos marca nuestras falencias, errores o pecados, debemos corregir nuestra conducta, si Dios nos da una instrucción específica, debemos actuar fielmente y así seremos bienaventurados en todo lo que hacemos, porque lo estaremos haciendo conforme a la voluntad de Dios.

El mismo concepto hallamos en Hebreos:



Hebreos 4:2
Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de [mezclada con] fe en los que la oyeron.

Palo aquí viene diciendo que el pueblo de Israel no obtuvo provecho al oír la palabra (el mensaje) de Dios, porque no la mezclaron con fe, luego, en el versículo 6 dice que no entraron en el reposo a causa de su desobediencia. Esto nuevamente nos muestra que la “fe” requiere de obedecer o actuar conforme al mensaje recibido de parte de Dios.

Teniendo en mente lo que hemos aprendido, veamos algunos pasajes en los evangelios que suelen ser malinterpretados, pero que tendrán mucho sentido a la luz de lo que venimos estudiando.

Mateo 21:18-21
(18) Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre.
(19) Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente;  y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.
(20) Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera?
(21) Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho.

“Dudareis” es la palabra griega diakrino, que ya vimos que significaba “separar, hacer distinción o discriminar.

Como ya hemos visto, es necesario tener una determinada información que creer antes de poder creer. Cuando Jesús le habló a la higuera tuvo que tener la instrucción de Dios de hablarle a la higuera, esto es fácil de deducir ya que Jesús declaró siempre hacer lo que oía del Padre (Juan 5:30), así que tuvo que haber “oído” del Padre antes de haberle hablado a la higuera.

Lo que Jesús demostró es que si tienen fe, si tienen la firme convicción de que todo lo que Dios les comunica es verdad y actúan conforme a la instrucción de Dios, sin discriminar la situación, sin hacer diferencia en cuanto a la revelación de Dios, podrían (si Dios así lo revelara) incluso trasladar montes.

Jesús recibió la orden de Dios de decirle a la higuera “nunca jamás nazca fruto de ti”. Jesús no hizo a un lado esta revelación, argumentando que la higuera no tenía oídos para escuchar lo que estaba diciendo. Tampoco pensó en la vergüenza que pasaría si su palabra no surgía efecto, simplemente obedeció lo que el Padre le ordenó. Nosotros solemos catalogar las situaciones en “fáciles”, “término medio”, “difíciles”, “muy difíciles”, e “imposibles”. Pero para el creador del Universo trasladar un monte, sanar un cáncer o resucitar un muerto no tiene gran dificultad.

Mateo 21:22
Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

Lo que este versículo nos comunica es lo mismo que vimos en Santiago: que si oramos por algo y Dios nos da una instrucción específica sobre qué hacer para recibir aquello por lo que oramos, si creemos lo recibiremos. Es muy importante entender esto, porque hay quienes enseñan que si oramos firmemente convencidos de que recibiremos aquello que pedimos lo obtendremos. Es así que cuando alguien no obtiene lo que pide, se le dice que no tiene fe, que le falta fe, o que tiene que pedir con más fe. Nada más lejos de la doctrina bíblica. Si, por ejemplo, yo pido que el sábado no llueva porque quiero salir a pasear y otro creyente cristiano está orando para que llueva porque necesita agua para sus cosechas. ¿Ganará el que tiene más “fe”? ¡No! Todo depende de cuál es la voluntad de Dios para la situación. Como dije antes, si yo oro para que mi cuerpo se haga de acero y adquiera poderes sobrehumanos, por más convencido que ore, no me voy a convertir en Superman. ¡No! Este pasaje, y todos los que hablan sobre tener fe y orar con fe, deben entenderse a la luz de que hay que tener una instrucción de Dios previa para poder tener “fe” sobre esa información y actuar de modo acorde.

Esto queda aún más claro en otra situación similar:

Marcos 11:12-14, 19-21
(12) Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.
(13) Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella,  nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.
(14) Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.

(19) Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
(20) Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
(21) Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.

No es mi intención hacer un estudio en profundidad de estos pasajes, pero quiero hacer notar que este pasaje no relata el mismo hecho que el que acabamos de ver, ya que aquí Jesús “maldijo” a la higuera antes de la “purificación del Templo” y vieron la higuera seca al día siguiente. En el relato de Marcos la higuera se secó inmediatamente. Por lo cual, fueron dos las higueras que se secaron por la palabra de Jesús: una al instante y otra en el término de un día.

Marcos 11:22-24
(22) Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.
(23) Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
(24) Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

El versículo 22, según el texto griego, debe traducirse “tened fe de Dios”, siendo el uso del caso genitivo (que previamente expliqué brevemente), el cual da el sentido de “Tened fe conforme a Dios” o “Tengan la fe que procede de Dios”. Esto claramente nos muestra que no es la “fe” en sí la que produce resultados, sino fe en aquello que Dios nos dice que tengamos fe. Se trata de tener la firme convicción de que Dios hará aquello que dijo que hará si hacemos lo que nos dijo que hagamos.

“Dudare” es nuevamente la palabra griega diakrino. Aquí se habla de no “hacer diferencia en el corazón.” Si Dios me dice que haga o diga algo para que suceda tal cosa, yo no tengo que “diferenciar” diciendo: “bueno, creo que esto Dios sí lo va a hacer pero aquello no” o “creo que esto puedo hacerlo pero aquello no”. Si Dios me pide que haga algo es porque sabe que puedo hacerlo, y porque Él va a actuar conforme a Su Palabra para hacer aquello que esté fuera de mi capacidad. Si Dios me da una instrucción, debo seguirla al pie de la letra, y será hecho. Y cuando pido algo en oración, si Dios me da alguna instrucción específica debo obedecerla y obtendré lo que pedí.


En resumen:

Cada vez que genuinamente oremos a Dios por sabiduría ante una situación adversa Dios responderá dándonos la instrucción necesaria y nosotros deberemos actuar conforme a esa instrucción para recibir los resultados prometidos. Orar o pedir “con fe” no se refiere a hacer un esfuerzo mental especial al orar, sino a orar y luego actuar conforme a la instrucción dada por Dios en respuesta a esa oración.

En Santiago 5 se habla también de la “oración de fe”:

Santiago 5:13-15
(13) ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.
(14) ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
(15) Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.

Hemos visto que la fe no es un poder en sí, no es una capacidad especial de la mente, sino que es sencillamente la obediencia a una instrucción dada por Dios que parte de nuestra confianza y convicción de que lo que Dios nos pide es lo más benéfico para nosotros. Por lo tanto, la “oración de fe” no se trata de orar con algún tipo de concentración especial, sino de orar conforme a alguna instrucción dada por Dios.

Una traducción de este versículo, más ajustada al texto, sería:

Santiago 5:13-15 (Mi traducción)[1]
(13) ¿Alguno de entre ustedes está-sufriendo-aflicción? Ore. ¿Alguno tiene-buen-ánimo? Cante alabanzas.
(14) ¿Alguno de entre ustedes está-débil? Llame a los más-ancianos de la congregación y oren por él ungiéndole de aceite en el nombre del Señor.
(15) Y la oración de la fe salvará a el que está-desanimado y el Señor lo levantará, y si existen pecados que ha-cometido le serán-perdonados.

Lo que tenemos aquí son instrucciones de parte de Dios sobre qué hacer en caso de estar sufriendo aflicción (orar), qué hacer cuando tenemos buen ánimo (cantar) y qué hacer si alguno está débil o enfermo.

La palabra “débil” implica cualquier tipo de debilidad o enfermedad, ya sea física, mental o emocional. En caso de estar alguno débil o enfermo la instrucción es la de llamar a los ancianos de la congregación (lo cual se refiere a las personas espiritualmente maduras, experimentadas en el andar en comunión con Dios) y que ellos oren por la persona débil o enferma, ungiéndole con aceite.

El “ungir con aceite” es una expresión que tiene que ver con las costumbres de la cultura oriental de los tiempos de Jesús y los apóstoles. Antiguamente era costumbre que las personas se pasaran aceite de oliva o algún perfume por el cuerpo como forma de aseo personal. Incluso solían comprar perfumes caros y guardarlos para ungirse con ellos en casos especiales (ver, por ejemplo, 2 S. 12:20; 2 Cr. 28:15). “Ser ungido” es, entonces, un sinónimo de asearse, arreglarse y ponerse presentable.

Si entendemos que el ungirse con aceite era una forma de cuidar el cuerpo y ponerse presentable, podremos entender que Santiago aquí no está dando una “fórmula” para la sanidad, en la que es necesario poner aceite en una persona, sino que instruye a ofrecer un cuidado especial por la persona enferma. El objetivo es ayudar al ánimo del enfermo para que se sienta cuidado y contenido por los otros creyentes, a la vez que están orando por él. Esto es ejercer el amor de Dios para con otro cristiano en una forma práctica, cuidándolo e interesándose por él. “En el nombre del Señor” tiene el sentido de “de parte del Señor” o “como mandato del Señor”, Santiago dice que esto hay que hacerlo en servicio y obediencia al Señor.

Veamos el siguiente versículo:

Santiago 5:15 (Mi traducción)
Y la oración de la fe salvará a el que está-desanimado y el Señor lo levantará, y si existen pecados que ha-cometido le serán-perdonados.

Aquí la palabra “salvar” es en griego sozo, que puede significar “ser librado de una situación”, “ser hecho entero o completo”, “obtener integridad (tanto física como mental)”. La oración que se hace con fe, o sea aquella que se hace siguiendo las instrucciones dadas por Dios, dará integridad física o mental a la persona débil, la rescatará de la situación adversa en que está. Cuando oramos y actuamos con el amor de Dios, siguiendo estas instrucciones que Dios nos da, el Señor puede dar sanidad directa a esa persona, o puede instruirnos a hacer algo específico, ya sea hablar ciertas palabras, leer o recordar algún versículo bíblico, orar de alguna forma particular, o alguna otra cosa. Si Dios, a través de Cristo, nos da alguna información en particular, Él actuará en el momento en que actuemos obedientemente.

Entonces:

La “oración de fe” es aquella oración que se la hace acompañada de fe, es decir, de un accionar conforme a las instrucciones dadas por Dios, tanto las que están escritas en la Biblia como aquellas que Dios pueda revelar en el momento.


El versículo 16 de Santiago 15 concluye:

Santiago 5:16 (Mi traducción)
Entonces, declaren-abiertamente los pecados unos a otros y continúen-pidiendo-deseosos unos a-favor de otros, para-que sean-sanados. Mucho puede una petición activa de un justo.

El versículo anterior nos dice que si el enfermo cometió pecados, le serán perdonados, pero aquí no se habla de los pecados del enfermo, sino del resto de los creyentes. Se ha malinterpretado este versículo, enseñándose que una persona enferma debe confesar sus pecados para ser sanada. En algún caso particular puede que esto sea necesario, lo cual Dios indicará en el momento, pero no es eso lo que este pasaje está comunicando. Hay muchísimas sanidades registradas en la Biblia y en la gran mayoría de éstas (sino en todas) no hubo una “declaración abierta” de los pecados por parte del enfermo.

Santiago 5:16 nos dice: “declaren abiertamente los pecados unos a otros”. “Unos a otros” incluye a todos los creyentes, incluso los “ancianos” mencionados previamente. Cuando una persona ha sido restaurada por Dios, habiendo previamente vivido en un estado de pecado, esta persona puede contar a otros lo que hizo y cómo Dios lo perdonó y restauró para edificar a otro cristiano más débil que quizá se encuentre en una situación de pecado similar.

Por ejemplo, supongamos que un alcohólico ha sido liberado por Dios, y dejó su adicción y luego fue restaurado mentalmente y físicamente y ahora vive una vida plena para Dios. Esta persona puede abiertamente declarar sus pecados pasados y cómo Dios lo restauró para dar aliento a otros alcohólicos que estén en la congregación. Hay veces en que una persona siente que su pecado es muy grande y que Dios no podrá perdonarlo y restaurarlo, entonces, si oye el testimonio de alguien que estuvo en una situación similar y fue restaurada por Dios, dirá en su corazón “Si Dios restauró a esa persona, quizá pueda restaurarme a mí. Si Dios lo perdonó, quizá me perdone a mí”. De este modo la persona débil en fe puede edificar su creencia por el testimonio de otros.

La última parte de este versículo dice: “Mucho puede una petición activa de un justo”. Estas palabras nos alientas a ser constantes en la oración y a mantener nuestras vidas con la mayor justicia y santidad posible. En este caso, “justo” se refiere a aquella persona que está viviendo conforme a la voluntad de Dios. Por supuesto, nadie vive una vida en perfecta obediencia a Dios, las 24hs del día, los 365 días del año, pero Dios considera como “justo” a aquél que vive por fe en Dios (Ro. 1:17), así que cada vez que ejercemos fe somos tratados como “justos” por Dios, y eso pone en acción el poder de Dios.

Si mantenemos una estrecha comunión con Dios, orándole continuamente y actuando conforme a Su voluntad, nuestras oraciones tendrán mucha fuerza y veremos más y más la acción de Dios en nuestras vidas y en las vidas de otros creyentes de nuestra congregación y comunidad.




[1] Esta traducción está explicada y desarrollada en mi estudio “La oración por sanidad”. Allí doy una explicación más amplia de todo este pasaje, aquí sólo cubriré brevemente aquello que está relacionado con la fe, que es el tema de este estudio.









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